dimanche 14 juin 2015

Supercélulas


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Portada de C&EN, Octubre 6 de 2014. Historia completa disponible en: http://pubs.acs.org/doi/abs/10.1021/cen-09240-cover (acceso restringido a suscriptores*)
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"El cáncer está en uno"; dijo mi mamá la mañana que supo el diagnóstico de su amiga. Doña Elvira sufrió durante meses a causa de un cáncer en su pierna que pareció surgir de una caída de invierno Guajiro hasta que se apagó su desparpajado hablar. "Le entró frío en el golpe", fue la expresión común de los vecinos del barrio.

Puede decirse que el cáncer se origina en un problema de comunicación. La forma y duración de la vida de una célula está dada por las instrucciones que recibe de parte de ciertos transmisores moleculares. El cáncer se origina cuando ciertos transmisores dan órdenes erradas que conllevan a un a un crecimiento celular descontrolado. Las células anómalas así nacidas tienen un comportamiento agresivo frente al organismo y son invisibles ante el sistema inmunológico. Su accionar causa una vorágine que puede culminar en la muerte del individuo; las células cancerosas, que en muchos casos se asocian en forma de tumores, terminan actuando como un virus letal que destruye a su huésped.

Durante el siglo XX, la lucha oficial contra el cáncer se dirigió a través de quirófanos y afilados bisturíes, bombardeos radioactivos (radioterapia) y ataques químicos (quimioterapia).

Estos tratamientos han ayudado a reducir el número de víctimas del cáncer, en especial gracias a avances en las técnicas de detección de la enfermedad. Es claro hoy día que la detección temprana del cáncer es esencial para sobrevivirlo.

A pesar de ello, los dramáticos efectos secundarios que experimentan los pacientes tratados de esta manera producen pavor y someterse a ellos puede llegar a sentirse como un juego de ruleta rusa.
Por ejemplo, la remoción de un tejido cancerígeno o un tumor localizado puede ser el preámbulo al esparcimiento de la enfermedad por el resto del cuerpo; metástasis. Por su parte, la radioterapia y la quimioterapia son tan agresivas que podrían en sí mismos inducir cáncer.

Por fortuna, en años recientes y gracias a avances revolucionarios en ingeniería genética, han surgido alternativas a los tratamientos convencionales contra el cáncer.

Una de ellas es la creación de supercélulas contra el cáncer; las cuales han demostrado gran potencial para el tratamiento de la leucemia. En 2011, un grupo de investigación en Pennsylvania reportó haber curado tres pacientes de leucemia con este tratamiento
(ver aquí).

Las supercélulas anticancerígenas se producen por modificación del material genéticos (ADN) de las células encargadas de defender el organismo; linfocitos o células T. El concepto detrás de este procedimiento consiste en usar el material genético de virus inactivados, como el del VIH, e insertarlo en el ADN de los linfocitos del paciente mismo; algo similar a lo que se ha visto en algunas películas de zombies recientes (¡!).

El poder de las supercélulas anticancerígenas es su capacidad de detectar células cancerosas; algo casi imposible para una célula normal, y, en consecuencia, atacarlas. Este poder se deriva de proveer a los linfocitos de nuevos receptores de información llamados receptores antígenos quiméricos (CAR, por sus siglas en inglés). Los CARs son entonces algo así como la súper-visión de Súperman.

Estos resultados han, por supuesto, generado gran interés.

Un reporte de la revista C&EN de 2014 muestra que hasta la fecha se han invertido más 800 millones de dólares, solo en EEUU, en investigación sobre supercélulas. Gigantes farmacéuticos como Bristol-Myers SquibbMerck, Pfizer y GlaxoSmithKline han conducido ensayos clínicos y están en una fuerte carrera para desarrollar procesos industriales para la producción de supercélulas.

Sin embargo, las supercélulas no son omnipotentes y son muy difíciles de producir a partir de pacientes en estado terminal quienes se caracterizan por tener su sistema inmunológico deprimido.

Los retos que enfrentan los investigadores en esta área son múltiples y pueden formularse a través de las siguientes preguntas:

¿Cómo lograr que las supercélulas ataquen y erradiquen células cancerosas en tumores sólidos?
¿Cómo determinar el número adecuado de supercélulas para erradicar las células cancerosas?
¿Cómo evitar que las supercélulas pasen al lado oscuro; sus ataques contra las células cancerosas liberan una cantidad importante de proteínas que pueden resultar tóxicas para el paciente?
¿Cómo hacer que las supercélulas no pierdan sus poderes con el tiempo?, y, por último, pero muy importante para la comercialización, ¿cómo hacer el complejo proceso de producción de supercélulas escalable a niveles de máxima ganancia comercial?

Desde el punto de vista del interés general, el conocimiento de estos avances es importante pero no recibe gran atención por parte de los medios masivos de comunicación.

Tal como mi madre dijo; "el cáncer está en uno" y no es ningún látigo proverbial para lacerar pecados. Todo a uno le puede dar cáncer como en la canción de Héctor Lavoe (oír aquí), porque el mismo es consecuencia de errores en el proceso de producción de nuestras células. Lo triste es que permanezcamos impávidos y sin participar en la revolución científica que comienza a ver al luz hacia su curación.

*Para una copia del artículo escribir a: vigabalme@hotmail.com

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